La relación del cine con las historietas viene de lejos. Los dos medios comparten el objetivo de entretener a un público amplio y participan de un lenguaje narrativo con muchos puntos en común. El trasvase de argumentos y personajes entre los dos medios ha sido constante desde principios del siglo xx. La influencia e interrelación entre las dos artes ha sido continua en esta historia de más de cien años, y no parece que en el siglo xxi vaya a cesar. En esta exposición queremos mostrar la relación entre el cine de humor y los tebeos en el periodo que va desde principios del siglo xx hasta la posguerra.
En esta muestra hablamos de dos medios de masas que eclosionan y alcanzan una gran popularidad en el siglo xx. El cómic y el cine nacen en el siglo anterior en Europa, pero será en Estados Unidos donde sabrán encontrar un público amplio. A partir de la Primera Guerra Mundial, con una Europa embarcada en batallas, Hollywood ocupará un lugar hegemónico con sus películas en el mercado mundial, que ya no abandonará. A partir de mediados de los años diez, sus estrellas cinematográficas serán imanes para la taquilla y pasarán a ser universales. Cabe resaltar que en un cine todavía mudo, entre las grandes estrellas destacan los actores cómicos. Muchos de sus nombres todavía son recordados y conocidos casi cien años después.
El cine empezó como un espectáculo popular, con unos argumentos simples y una narrativa tosca, que era despreciado por las clases medias y altas. No sería hasta unos años después, con productos de más calidad, que el medio lograría un seguimiento masivo por parte de la sociedad. En las publicaciones del cambio de siglo se hablaba poco del cine; el teatro aglutinaba a muchos más seguidores. El espectáculo cinematográfico solo se comentaba de manera esporádica en alguna viñeta de humor gráfico.
Esta exposición no habría sido posible sin la generosidad de Paco Baena, el gran coleccionista y estudioso de la cultura popular de la primera mitad del siglo xx. La mayoría de las imágenes de la exposición han sido extraídas de su gran libro Tebeos de cine de Ediciones Trilita, Barcelona, 2017.
Publicación Blanco y Negro 1908
Publicación ¡Cu-Cut! 1912
Publicación La Campana de Gràcia 1912
Publicación La Campana de Gràcia 1914
Publicación Gutiérrez
Charlie Chaplin crea el personaje Charlot para un cortometraje en 1914. En verano de 1915 llegan sus aventuras cómicas a las pantallas españolas. En febrero de 1916, M. Navarrete, en Barcelona, visto el éxito de sus películas, ya lanza una cabecera con el nombre de Charlot. Chaplin será la gran estrella universal del cine cómico y garante de ventas en todo tipo de productos comerciales y publicitarios. Siguiendo la senda iniciada, otros editores pensarán en diversos cómicos del cine americano para que protagonicen historietas y animen las ventas de sus productos.
Publicación Dominguín 1916
Publicación Yumbo 1924
Publicación Pocholo 1930
Publicación Pocholo 1930
Publicación Yumbo 1934
Publicación Junior Films 1946
El cine de animación desarrollado en Francia y en Estados Unidos llegó a un alto grado de madurez narrativa y perfeccionamiento técnico en los años veinte y treinta. El trasvase de personajes entre cine dibujado e historieta sería constante a partir de entonces. Productoras americanas como Pat Sullivan (Félix, el gato), Max Fleischer (Betty Boop) o Walt Disney (Mickey, Donald) vieron a partir de 1925 como sus personajes protagonizarían historietas en multitud de publicaciones.
Publicación Pinocho 1925
En noviembre de 1934 llegaba a las pantallas Gracia y simpatía (Baby, Take a Bow), que suponía la presentación, según La Vanguardia, de la «mujercita en miniatura» Shirley Temple. La talentosa actriz de seis años seduciría con humor, simpatía, canciones y bailes a toda clase de público. Junto con Charlot sería la estrella de cine más popular para el público infantil y familiar en el primer tercio de siglo.
A partir de 1943, con el estreno de Los tres mosqueteros, el nombre de Cantinflas se populariza enormemente en España. En los siguientes años, el astro cómico mejicano, con su lenguaje absurdo, su gesticulación y sus contoneos andarines, se consolidará como el rey de las taquillas de posguerra.
Publicación Junior Films 1946