Bruguelandia

Cuando los años ochenta empezaban a marcar el declive inexorable de Bruguera, la editorial desarrolló una política bastante caótica para intentar reflotar la empresa. Dicha política se caracterizaba por la voluntad de lanzar al mercado nuevos productos que tenían la intención de recuperar el favor del público. Entre las múltiples revistas que salieron en esos años destacó Bruguelandia, un intento serio de reivindicar el patrimonio de Bruguera y de subrayar su trascendencia en la historia de los tebeos en nuestro país.

La revista combinaba series clásicas de la factoría, incorporando nuevas entregas o recuperando páginas del monumental fondo editorial, con series de reciente aparición como Neronius, Plurilópez o El mini rey, y las aderezaba con la extraña incorporación de cómics procedentes de las adaptaciones al mundo de las viñetas de los personajes de dibujos animados de Hanna Barbera (Los Picapiedra, Don Gato, El oso Yogui o Huckleberry Hound). La revista no habría pasado de ser un nuevo popurri de los que lanzaba al mercado Bruguera en esos años si no hubiese sido por la sección Comic Story, escrita y coordinada por Armando Matías Guiu.

A finales de los años sesenta Jaume Perich ya había desarrollado una magnífica sección en DDT, El mundo de la historieta, donde entrevistaba a los grandes dibujantes de Bruguera. Ese primer intento de reivindicar a los autores de la casa fue retomado más de diez años después en Bruguelandia por Matías Guiu en Comic Story. Eran nuevos tiempos y ya no se hablaba de historieta, sino que se había impuesto de modo absoluto el anglicismo “comic”. Eran años de cambio, de reivindicación del medio, se prefiguraba el boom del cómic español, existía ya un incipiente aparato crítico y era inminente la aparición de la Historia de los cómics de Toutain (publicada al año siguiente), y en ese contexto surgió Bruguelandia y la mencionada sección. Fue quizás un intento desesperado, en un momento en que el gigante Bruguera empezaba a desmoronarse, de recoger la memoria de una serie de autores de diversas generaciones: por ella fueron desfilando los mitos del tebeo de la posguerra (Cifré, Peñarroya, Jorge, Escobar o Conti), las estrellas de éxito de los años sesenta y setenta (Vázquez, Ibáñez, Raf o Segura), las autoras de renombre del cómic femenino (Trini Tinturé o Purita Campos), la new generation de la casa (March y Tran) y un amplio abanico de autores, además de guionistas, traductores e ilustradores.

El conjunto fue, afortunadamente, heterogéneo y diverso, ofreciendo una visión de Bruguera desde dentro a partir de la experiencia de los diversos artistas y de la presentación y el análisis de su obra. Fue un intento bastante tardío, eso es innegable, pero existió y, gracias a que se llevó a cabo, fue posible crear un archivo de primera mano de la más importante editora de tebeos del país poco antes de su desaparición definitiva en el año 1986.

Principales colaboradores: Bosch Penalva, Purita Campos, Carrillo, Cifré, Conti, Cortiella, Cuyàs, Edmond, Escobar, Julio Fernández, Carlos Freixas, Ibáñez, Jorge, Joan March, Andreu Martín, Matías Guiu, Peñarroya, Rovira, Francisco Serrano, Segura, Schmidt, Raf, Trini Tinturé, Torregrosa, Tran, Vázquez, Vidal Sales, Julio Vivas, Montse Vives.

Principales series: Angelito  (Vázquez), Atasco-Star (Rafael Vaquer, Alfonso López), Carpanta (Escobar), Cubito (Dupa), Cucaracho (Fco. Serrano, Jiaser), Deliranta Rococó (Martz Schmidt), La familia Pepe, Las hermanas Gilda  (Vázquez), El minirey (March), Los Picapiedra (Hanna-Barbera), Manolón, conductor de camión (Raf), Mortadelo y Filemón (Ibáñez), Neronius (Armando Matías Guiu, Esegé), La Panda (Segura), Los señores de Alcorcón y el holgazán de Pepón (Segura), Plurilópez (José Luis Ballestín, Tran), La terrible Fifí, Sir Tim O’Theo (Raf), Zipi y Zape (Escobar).