Era un Papus muy feo, negro, con cuernos y unos dientes con ganas de morder que asustaban. Este Papus, dibujado por Sniff (Joan Barjau), era un símbolo muy apropiado para una revista satírica que nacía con hambre de crítica, de hincarle el diente a la realidad y destripar disfraces y máscaras, desnudar a los reyes y sus séquitos, que tenía ganas de vivir y reír. Pero como era una simple y frágil revista de papel –era otro siglo– realizada por personas, también era neurasténica, es decir, que sufría tristeza, cansancio, temor y emotividad. Y es que, en una dictadura, esta práctica de la libertad de expresión que representa la sátira puede granjear muchos lectores, pero también causa rechazo entre los poderosos y, por consiguiente, amenazas, castigos y, en general, un inevitable estado de incertidumbre. Una situación que, en el caso de nuestra revista, se prolongó semana tras semana durante muchos años, tantos –y alguno más– como duró la Transición.
Sus páginas fueron, número a número, expediente a expediente, suspensión a suspensión, testimonio comprometido y arriesgado de la actualidad de una época de cambios decisivos. El Papus, junto con Hermano Lobo, Por Favor, Mata Ratos, Butifarra!, El Jueves… escribió y, sobre todo, dibujó, un relato de la Transición, una narración ácida, parcial, combativa pero real que pide a gritos, mordiscos y risotadas la recuperación en nuestra memoria colectiva para la historia de la cultura popular.
Esta exposición fue concebida por Tanta Tinta, comisariada por Pepe Gálvez y producida por el Col·legi Oficial de Periodistes de Catalunya. Nuestro agradecimiento a todos ellos por haberla cedido para Humoristan.
Breve biografía de El Papus (1973-1987)
El Papus nació el 20 de octubre de 1973 y vivió 14 años, durante los cuales aparecieron 596 números entre ordinarios y especiales. Inicialmente fue publicada bajo el sello de Elf Ediciones, que era propiedad de Javier Godó; desde el número 45 pasó a serlo por Ediciones Amaika S.A., empresa de la que formaban parte Xavier de Echarri Moltó, Carlos Navarro, Óscar e Ivà –que más tarde sería sustituido por Gin– aunque en realidad se mantuvo en la órbita de los Godó. Su trayectoria se inició con una tirada de 110.000 ejemplares, que se fue incrementando entre secuestro y secuestro hasta su punto álgido en marzo de 1976 con cifras de ventas que varían según la fuente pero que rondaban los 200.000 ejemplares. El EGM (Estudio General de Medios) certificó 1.250.000 lectores. Dos años más tarde, las ventas bajaron hasta la cifra de 62.000. De periodicidad semanal, excepto en sus últimos dos años de existencia, en los que se convirtió en mensual, la revista empezó con 32 páginas para pasar posteriormente a 40, de las cuales 8 se imprimían a todo color en forma de cuadernillo central.
Entre otros reconocimientos, en 1978 recibió el Premio Yellow Kid a la mejor revista internacional de cómics, concedido por el entonces muy prestigioso festival italiano de Lucca.
Publicación El Papus 1973
Publicación El Papus 1975
Publicación El Papus 1985
Érase una vez
En el nacimiento de El Papus confluyen la necesidad social, la posibilidad política, la existencia de referentes, la voluntad creativa de los autores y el binomio de riesgo y rentabilidad editorial. De la necesidad y posibilidad del humor gráfico son testimonio el surgimiento por aquel entonces de un buen puñado de publicaciones de este género. Hermano Lobo fue la primera, en 1972, en romper el monopolio de la vieja La Codorniz, y lo hizo siguiendo el modelo de la francesa Hara-Kiri… bueno, en realidad, de Charlie Hebdo, su sucesora. Hara Kiri había nacido el 1 de septiembre de 1960, fundada por François Cavanna, con la colaboración de, entre otros, Fred, Lob y Reiser –en seguida se incorporaría Georges Wolinski–, y en su séptimo número adoptó el subtítulo de “Bête et Méchant” (“Idiota y Despreciable”). Esta línea rompedora y sanamente irreverente ya estuvo presente en Barrabás, revista nacida en 1972 bajo el impulso de Óscar, Ivà, Echarri y Navarro que supo convertir el humor sobre deporte en una crítica corrosiva de las estructuras políticas que lo parasitaban, y con su éxito hizo posible el nacimiento de El Papus.
Publicación Hara Kiri / Hara-Kiri 1974
El Papus visto por ellos mismos
“El Papus tenía una redacción muy bestia, muy salvaje, donde se jugaba a fútbol y pegábamos tiros por la ventana, y hacíamos el indio tanto como podíamos… Pero allí había gente que hoy son directores de periódico y gozan de cargos importantes, y mira por dónde, se curtieron con nosotros, recién salidos de la academia, y después venían los partidos de fútbol, y las juergas, y las borracheras, ¿no? Era un ambiente muy divertido, muy bestia y muy salvaje, tanto el de Barrabás como el de El Papus.”
Ivà en una entrevista realizada por Jordi Soler en la revista Presència, el 23 de abril de 1989
¿Se miran al espejo los humoristas con el mismo ojo crítico con el que observan el mundo que los rodea? ¿Cómo contemplan a sus creaciones? ¿Cómo se ven como colectivo? ¿Asumen sus inevitables contradicciones? No hay, por ahora, estudios de ninguna universidad que respondan con certeza a estas preguntas. Ahora bien, aunque parcial, el testimonio de los creadores de la criatura sobre sí mismos es necesario para completar una visión poliédrica de un Papus vivo, cambiante, plural, que se reía de sí mismo y que sufrió la paradoja de ser excepcional con voluntad de normalidad.
Publicación El Papus
La vida también es fea
“Es que Reiser fue una revelación. Por aquel entonces, la vanguardia humorística estaba en manos de Mingote y Chumy Chúmez. De todos modos –es Óscar quien habla– a mí nunca me ha quitado el sueño saber que imitaba a Reiser, y siempre lo he dicho, y no como otros que callan, y no lo digo por este.”
“Yo no solo lo copiaba –asegura Ivà– sino que, además, lo fusilaba y vendía chistes de Reiser como si fueran míos.”
Entrevista de Jordi Soler a Óscar e Ivà en Presència, 23 de abril de 1989.
Como el monstruito que la representaba, El Papus no quería ser una revista bonita ni estéticamente agradable. Su referencia gráfica más clara era el trazo libre y deformador, para representar mejor la realidad, de Reiser, como claramente manifiestan Óscar e Ivà. Pero el variado panorama estilístico de El Papus no puede reducirse a un calificativo y una referencia. Su feísmo tenía otras variantes, como el underground de Vives, la simplificación de Vallès, el trazo redondo de l’Avi, la mancha rasgada de Ja o la reconversión de Vázquez en Sappo… Y en la frontera entre realismo y caricatura habitaban las viñetas de Carlos Giménez, Manel Ferrer, Ventura y Nieto… Y, más allá, las caricaturas de García Lorente, Gin, Usero… Por otro lado, y de la misma forma que el grafismo resaltó la grosería de la realidad, el lenguaje también distorsionó las reglas gramaticales para acercarse a la vitalidad oral de la calle.
Los sospechosos habituales
Uno de los elementos clave para la eclosión de las revistas de humor gráfico durante la Transición fue el factor humano: la renovación generacional y la voluntad de asumir riesgos de una multitud de caricaturistas y escritores, de autores y algunas autoras (porque, valga decir que el humor gráfico, y el humor en general, era un terreno muy mayoritariamente masculino). En la creación y desarrollo de El Papus confluyó una lista muy larga de voluntades y capacidades que, en distintos momentos de su existencia, formaron parte del proyecto común de la revista. En la dirección artística, un cargo que no figuraba en los créditos pero que era esencial para el funcionamiento de la publicación, Ivà y Gin fueron titulares de sus mejores momentos. Por otro lado, Óscar Nebreda desempeñó un papel decisivo en su fundación, mientras que Ja es probablemente el autor que más tiempo colaboró. La nómina de humoristas gráficos es muy extensa, y muchos aparecen en otros paneles de esta exposición, pero también lo fue la de los colaboradores literarios, generalmente más ignorados por el público. Así, Antonio Franco, Jaume Figueras, Joan de Sagarra, Maruja Torres, Enric Sopena, Albert Turró, Francesc Arroyo, Cristina Dachs… firmaron, generalmente bajo pseudónimo, secciones inolvidables.
Publicación El Papus 1974
Irreal como la vida misma
La fotonovela, una secuencia de fotografías que explicaba una historia, se había vuelto muy popular a partir de mediados de los años sesenta entre el público femenino. Jugando con este referente nació “La Papunovela”, una sección fija de dos páginas de crónica y parodia totalmente transgresora de las convenciones sociales y las ordenanzas gubernamentales.
Dentro de la publicación, “La Papunovela” ocupaba las páginas centrales, que eran, junto con la portada, las únicas páginas editadas en color y con un papel de mejor calidad. El tema central de cada número inspiraba “La Papunovela” de cada semana. El montaje de las fotografías era realista, sin florituras estéticas. Los decorados eran totalmente reconocibles, y los modelos no eran “gente guapa”, sino personas con las que uno podría cruzarse por la calle. Estas características potenciaban una transmisión del gag sin ningún tipo de concesión. El humor que mostraba era totalmente directo, corrosivo y salvaje.
Los mismos redactores de la revista solían protagonizarla. A medida que la censura lo permitió aparecieron mujeres enseñando pechuga o lo que conviniera. Muchas eran prostitutas pagadas para exhibir su cuerpo y representaban el papel clásico de objeto sexual que provoca el deseo primario en los hombres. Las feministas de la época tachaban el contenido de la revista, en este aspecto, de grosero y machista, y, ciertamente, lo era.
Publicación El Papus
Publicación El Papus
Publicación El Papus
Entre liberación y alienación
El nacionalcatolicismo imperante durante la dictadura franquista había impuesto la ocultación del cuerpo humano, especialmente el femenino, y la negación de su sensualidad y sexualidad. Pero los grandes cambios sociológicos vividos durante los años sesenta en el primer mundo arrinconaron estas prohibiciones por anacrónicas e imposibles de mantener. Así, se produjo una cierta apertura en una atmósfera de ambigüedades, de dos pasos hacia adelante y tres hacia atrás, que convertía lo que era natural en algo sórdido. El Papus participó con intensidad en la batalla para ganar zonas de libertad para el erotismo, una lucha ideológica y comercial –las prohibiciones contra natura generan gran demanda– que unas veces era tolerada y otras, castigada. A la vez, sus páginas reflejaban sin piedad el juego lleno de absurdos y contradicciones que tenía lugar alrededor del binomio represión-frustración sexual, que afectaba al conjunto de la sociedad, pero que se manifestaba especialmente en el sector masculino. Así, la existencia y persistencia de un deseo insatisfecho coexistía con una idealización grosera de la castidad femenina y el miedo al castigo. La contaminación del placer por el pecado fue una fuente triste pero generosa de chistes.
Publicación El Papus 1974
Publicación El Papus 1975
Objetos y sujetos de deseo
La dialéctica entre sujeto y objeto de deseo fue el gran eje sobre el cual se construyeron la mayoría de las historietas sobre el sexo, o más bien sobre las grandes limitaciones que aún sufría la mayoría de nuestra sociedad por practicar el sexo. El sujeto fue un macho “ibericus” rural o con ecos de un pasado rural no muy lejano, como la mayoría social masculina de la época. Este prototipo se encontraba muy alejado de la perfección física; Óscar lo representaba con barriga cervecera, bigote y calva más o menos avanzada. Lo que caracterizaba su comportamiento no era la obsesión causada por la acumulación de deseos insatisfechos, sino la confusión ante unos cambios sociales en las conductas sexuales que le llegaban demasiado tarde. Y es que delante de este tipo de hombre aparecía un objeto más deseable que nunca: el mismo Óscar recreaba el estereotipo de muchacha joven, carnal, con curvas, vestido ajustado y minifalda. Un estereotipo que encontró una referencia casi étnica en las suecas, y que se vio claramente representado por la actriz de cine italiana Ornella Mutti. Pocas veces se cambiaron los roles, apareciendo la mujer como sujeto y el hombre como objeto, mérito que debe adjudicarse generalmente a Ventura y Nieto, quienes, junto con Vives, rompieron tópicos, incluso en el mismo Papus.
Publicación El Papus 1974
La libertad se escribía en femenino
El Papus fue una revista hecha por hombres, con excepción de las colaboraciones literarias de Cristina Dachs y Maruja Torres, y dirigida a un público muy mayoritariamente masculino. Y se nota, claro que se nota, este sesgo de género en la mirada y en el tratamiento de la mujer, que normalmente aparece contemplada desde fuera, como un objeto deseado, muy deseado, pero a la vez extraño e incierto, cuando no amenazante. Y es que uno de los cambios sociales más fuertes y decisivos de aquellos años estuvo protagonizado por el feminismo y los derechos de la mujer. Y eso implicaba ocupar espacios reservados hasta entonces a los hombres, tanto en el terreno laboral –la mina– como en el de las relaciones personales y sociales. Por eso, en las páginas de El Papus alternaban una cierta misoginia, y la reproducción de tópicos conservadores, con la crítica del paternalismo y la hipocresía que ejercía la ideología dominante sobre la mujer, junto con el reconocimiento de la nueva realidad. En ese sentido, uno de los números más divertidos de la revista fue el dedicado a los consultorios femeninos radiofónicos, auténtica perla sociológica. La parodia de Ja sobre la combinación de recetas morales reaccionarias y merchandising de productos de belleza propios del programa es antológica.
Publicación El Papus 1973
Publicación El Papus 1974
La crisis, un déjà vu
La relectura de El Papus produce una sorprendente reacción de familiaridad al llegar a las páginas y viñetas que tratan de la crisis económica que sufríamos entonces. Es como si el tiempo no hubiera pasado. Las redes sociales dan ahora un testimonio continuo de esta actualidad anacrónica reproduciendo un buen puñado de aquellos chistes para criticar la situación actual. No deja de ser curioso y significativo que una publicación nacida con rabiosa voluntad de inmediatez haya conseguido, sin querer, que su mensaje funcione para explicar sucesos y procesos cuarenta años más tarde. Esta especie de túnel del tiempo se explica seguramente por los elementos comunes que contienen las crisis capitalistas, pero también, y especialmente, por el tratamiento crítico que les dio la revista. Uno de los elementos más claros fue su posicionamiento contra un cierto capitalismo parasitario, de esquemática representación icónica. Sin embargo, la relación más directa entre ayer y hoy se da en la denuncia de la prepotencia de unos, la minoría que sigue haciendo negocio, y la impotencia de los otros, la gran mayoría sometidos a una catástrofe vital.
Inflación, paro y austeridad: tres jinetes apocalípticos
El petróleo, la escasez de esta fuente de energía vital para la economía mundial y el aumento de su precio, fue una de las causas de la crisis que sufrimos en los años setenta del siglo pasado. Una de las consecuencias peores fue la inflación galopante, el aumento continuo del coste de la vida, y la otra, el paro, la pérdida brutal de lugares de trabajo y, por lo tanto, de fuente de ingresos para los que vivían de su trabajo. La sensación de bienestar que habíamos vivido en los sesenta se desvaneció radicalmente, y la incertidumbre se instaló en la gran mayoría de hogares. Ventura y Nieto reflejaron en una imaginativa historieta la carrera de obstáculos y la presión que había que sufrir para llegar a fin de mes. Manel, por su lado, supo representar cómo el virus de la angustia causaba un inevitable malestar a los más débiles. Para solucionar este desbarajuste, surgió una receta milagrosa: austeridad. Con razón se afirma que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. De todo esto puede concluirse que Merkel y la Troika no son muy originales, y también que las hemerotecas son un excelente antídoto contra la intoxicación informativa que acompaña a las crisis económicas.
El alma se rebelaba
Fue inevitable que El Papus le hincara el diente a las carnes de una Iglesia, la católica, que no solo se había identificado plenamente con la dictadura franquista, sino que, además, había impuesto de forma intrusiva sus normas sobre la libertad social e individual. La irreverencia humorística que profesaba la revista tenía que chocar con el abuso de poder de la Iglesia y con las muchas contradicciones que, entre la teoría y la práctica religiosa, se producían continuamente. Por otro lado, nuestra sociedad también cambiaba, y el público de la revista compartía la voluntad y la necesidad de criticar tanto la institución como una ideología ajena a sus necesidades y aspiraciones. Ignorando el aviso cervantino de “Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho”, Ja, con su talante irrespetuoso, rompedor y temerario, arremetió contra aquello que hasta hacía poco era tabú. Así creó la figura de So Angut-tia de la Cru, que se convirtió en el símbolo de la sátira más dura sobre los aspectos negativos del clero católico. Y cuando la presión de la censura consiguió que este personaje desapareciera de las páginas de la revista, el autor insistió en la misma línea con el Padresito Milagro.
Publicación El Papus 1982
La caja tonta y otras historietas
La cultura popular tuvo mucho protagonismo en las páginas de El Papus, especialmente la audiovisual, es decir, el cine y la televisión. Dentro de la vertiente literaria dedicada al séptimo arte destacó la colaboración de Jaume Figueras y secciones como “Flims, Penículas”, que repasaba la actualidad de la cartelera y adjudicaba a las películas la valoración de un “Papus Muertus”, “Indiferentus”, “Contentus” o “Erectus”, así como el “Neurastécnic Corner”. Por su parte, Ivà y Óscar daban su particular visión respectivamente a “El cine de mi barrio” y “Desde el gallinero con dolor”. La pasión de El Papus por el cine llegó al punto de crear un premio, El Papus de Plata, que solo se otorgó una vez y fue para Jaime de Armiñán por Los amores del capitán Brando. La televisión, que había pasado a ser el gran medio de masas, pecaba de populismo y de falta de calidad y, por lo tanto, tuvo dentro de la revista muchos observatorios desde donde analizar y disparar acertadamente como “Tres Rombos”, “(Todo es posible)”, “Plató TV”, “Tele shock” –de Joan de Sagarra–, “Telekoñas”… Curiosamente, el cómic y el humor gráfico apenas tuvieron alguna breve referencia, como la brillante respuesta de Ventura y Nieto a la pregunta que ellos mismos se hacen de”¿Cómo hacer una historieta virguera?”.
La política del “tunda tunda”
El Papus nació en una época muy incierta para la democracia. Cuando salió a la calle por primera vez, aún estaba muy presente el horror del golpe de estado de Pinochet en Chile el 11 de septiembre, que truncó las esperanzas de transformaciones sociales pacíficas. Y, en España, el agotamiento de la fórmula dictatorial situaba la represión física como su último argumento, a la vez que provocaba aún más rechazo. En estas circunstancias, El Papus siempre combinó la crítica costumbrista con la política, como dos vertientes que se complementaban tan bien como Óscar e Ivà. Una combinación que tendía a un lado u otro según las circunstancias, es decir, según los estímulos de la situación sociopolítica y la prudencia dictada por los golpes de la censura. Aún así, en su ADN llevaba los genes de la libertad, o de las libertades y, por ejemplo, no podía contener la necesidad de arrancarse la postilla del pasado miserable de la posguerra en la serie Barrio, de Carlos Giménez. De la misma forma, tenía que satirizar las prácticas de las llamadas “fuerzas represivas”, ejemplarizadas en el método “tunda tunda” de la porra recreado por l’Avi.
Los tiempos están cambiando I
Los años en los que vivió El Papus fueron muy agitados, tanto social como políticamente. Muchos cambios que se habían retrasado o aplazado se aceleraron, y eso siempre es una buena noticia para los humoristas, para quienes no hay nada peor que el inmobilismo. La revista siguió, y reflejó esta mutación, prestando una atención especial a la evolución de las costumbres. La intuición periodística se demostraba en la selección de un tema central, de actualidad y repercusión social, que ocupaba la portada y buena parte de las secciones del interior. Normalmente, la sátira costumbrista bordeaba la política ya que, por un lado, la realidad estaba politizada, y, por otro, el objeto de la parodia o de la crítica eran unas reglas morales conservadoras, cuando no reaccionarias. Ante esta forma de ver el mundo, que resultaba anacrónica, El Papus ejercía un humor que a veces buscaba la complicidad de su público, más progresista, pero sin poderse resistir a la tentación del estilo provocador y rompedor. Así, semana a semana se fue configurando un retrato, si no en negro sí en feo, de nuestra sociedad, un mapa de contradicciones, de absurdos y de miedos que, paradójicamente demostraba que se movía, que se transformaba.
Los tiempos están cambiando II
La década de los setenta del siglo pasado incluyó en nuestra casa un catálogo de cambios más o menos radicales, pero que se han mantenido en el tiempo con sus ventajas, dudas y contradicciones. Varias oleadas de emigración tuvieron como consecuencia que la sociedad dejó de ser mayoritariamente rural, y la nueva condición de urbanitas venía de la mano de varias situaciones en los hogares, valores y costumbres. A la vez, surgió con fuerza un componente generacional entre la juventud, que empezó a diferenciarse por las señas externas y la identidad musical. La religiosidad, antes forzada e impuesta, se diluyó mayoritariamente dentro de una ética distinta que mezclaba la búsqueda de nuevos valores con el consumismo. Por otro lado, la fe en el progreso fruto del crecimiento económico –lo llamaban “desarrollo”– se desvanecía. Y afloraban las preocupaciones ecológicas, centradas especialmente en el debate y el rechazo de la energía nuclear. Asimismo, la España Una se multiplicaba, no tanto como el milagro de los panes y los peces, pero algo es algo, y aparecieron las reivindicaciones nacionales, especialmente en Catalunya y Euskadi. Otros cambios, como el de una fiscalidad que, aun y ser más progresista, seguía siendo desigual y, sobre todo, más exigente, fueron recibidos con suspicacia por nuestros humoristas.
Publicación El Papus 1978
Bajo el peso de la censura I
El contexto sociopolítico de la España de inicios de los años setenta del siglo pasado era el de una dictadura cada vez más contestada y una sociedad cada vez más liberada y menos atemorizada. Así, la misma situación política que impedía el ejercicio de la normalidad democrática creaba una demanda de crítica humorística que se colaba por los “espacios de tolerancia” –que no de libertad– que el régimen se veía obligado a consentir, como si fueran una válvula de presión. En este contexto, el humor gráfico gozaba de las ventajas de la inmediatez en el análisis y crítica de las situaciones, y la contundencia y la rápida comunicación del mensaje. De modo que este ejercicio contínuo de humor que de entrada podía considerarse poco peligroso a la larga se convertía en un espacio de disidencia que había que controlar, limitar y, si convenía, eliminar. Desde la perspectiva actual, el humor gráfico de aquellos años despierta admiración por el riesgo laboral, económico e incluso penal que comportaba; eran como funambulistas sobre una cuerda floja que, además, a veces se rompía, número tras número. Y el segundo motivo de admiración, sobre todo si tenemos en cuenta el primero, es la osadía de su irreverencia, ya que muchos de sus gags serían hoy calificados de políticamente incorrectos.
Publicación El Papus 1975
Bajo el peso de la censura II
La historia de El Papus está marcada por sus choques con la censura. Ya en su nacimiento, Xavier Godó vetó a Manolo Vázquez Montalbán, que había colaborado en el número cero. Después llegarían las sanciones administrativas, con ediciones secuestradas o expedientes administrativos que no se cerraban y que eran como una espada de Damocles que cayó dos veces sobre la revista, con la suspensión de la publicación durante cuatro meses: la primera, del 5 de julio al 25 de octubre de 1975, y la segunda, del 27 de marzo al 24 de julio de 1976. Hasta el año 1978 la revista sufrió 157 juicios, y estos continuaron incluso una vez los socialistas llegaron al gobierno. Jordi Amorós, es decir, Ja, ha cifrado en 80 las denuncias que él recibió, con sus correspondientes juicios y subsecuentes apelaciones. La revista también fue sometida a dos consejos de guerra. Ante este asedio, la dirección estableció estrategias para mantener el grueso de la edición al margen de los secuestros o del control de los jueces y sus tendencias. Otra forma de presión fue la económica, como cuando en 1979, en el número 279, la familia Godó rompió unilateralmente el contrato según el cual El Papus se imprimía en los talleres de La Vanguardia, que también se encargaban de la distribución.
Publicación El Papus 1976
La visita del rencor I
–¿Estaba usted presente cuando explotó el artefacto?
–«Sí. A media mañana del 20 de septiembre de 1977. Por suerte, yo estaba en una sala mirando unas diapositivas, ¡porque mi despacho, que estaba muy cerca de donde se produjo la explosión, quedó hecho una mierda! Ya digo, ¡gracias a Dios que estaba mirando aquellas fotografías! Había también una reunión de Barrabàs, con Àlex Botines, que llevaba la dirección, pero ya estaban más al fondo. No, si había un montón de gente… Óscar también estaba.»
–¿Quién fue la víctima mortal?
–«Juan Peñalver, el portero de la finca. Entonces estábamos en el primer piso del número 77 de la calle de Tallers de Barcelona, y compartíamos oficinas con las revistas El Cuervo y Party.»
–¿Se supo quién fue el autor, o autores?
–«Bueno, sí, se supo desde un principio. Eran la panda de Gómez Benet, la panda de aquel de las pieles de Andorra. En varias llamadas telefónicas se hizo responsable la Alianza Apostólica Anticomunista.»
Entrevista a Gin realitzada el 19 de febrero de 1995 en la revista Presència.
El atentado dejó también 17 heridos entre los trabajadores de la editorial, además de miedo y dolor. Al mismo tiempo, generó un movimiento de defensa de la libertad de prensa, con huelgas y manifestaciones de apoyo a El Papus, así como la edición conjunta, a cargo de 73 editoriales, de la publicación Solidaridad con El Papus.
Publicación El Papus 1977
La visita del rencor II
“La democracia está amenazada. Y para terminar con esta amenaza hay que pedir primero responsabilidades al Gobierno que tiene el deber de garantizar no sólo la libertad de expresión con la detención de unos culpables que no serán difíciles de localizar, sino una tranquilidad y garantía de que hechos de esta naturaleza no vuelvan a repetirse.” Esta exigencia de normalidad democrática expresada por la editorial de la revista Triunfo del 1 de octubre de 1977 no fue satisfecha. Se produjeron doce detenciones, todas del grupo ‘Juventud en pie’, organizado alrededor de Miguel Gómez Benet, ‘El Padrino’ o ‘El General’, que ya había atacado a la Marcha por la Libertad y otros actos similares, pero no se aclararon los culpables, no se detuvo al ejecutor y no se especificaron los instigadores. En un artículo de Francesc Arroyo, que había sido colaborador de El Papus, publicado en El País el 19 de enero de 2011, se mencionan las opiniones del abogado August Gil. Gil consideraba que la policía había actuado con negligencia, incompetencia e inhibición, es decir, que hubo “obstrucción deliberada”. En el mismo artículo, Xavier Vinader sostiene que tras el atentado “podían encontrarse conexiones entre grupos de extrema derecha y los servicios de seguridad del Estado”.
Publicación El Papus 1977
Publicación El Papus 1984
Y la Transición terminó, o no
Las páginas de El Papus forman una galería permanente de retratos de la Transición que, como decíamos, elaboran un relato bastante distinto del que se había conformado oficialmente, más incómodo, más real. En primer lugar, porque en la revista, la protagonista de esta época fue la ciudadanía, con sus preocupaciones, obsesiones, frustraciones, ilusiones, reivindicaciones, necesidades, sufrimientos, sus miedos y su valentía. En segundo lugar, porque su existencia y resistencia es una prueba contínua del hecho que la libertad no se concedió graciosamente, sino que se ganó, y con muchas dificultades. En tercer lugar, porque dibujó el rostro menos brillante, y muchas veces siniestro, de ese proceso. Y, finalmente, porque se mofaban de todo; bueno, siendo realistas, de casi todo. Significativamente, los últimos tiempos la revista estuvieron marcadas por una campaña contra la entrada en la OTAN, acontecimiento que, en cierto modo, puso fin a la Transición e impuso una apariencia de normalidad. La entrada de España en la Alianza Atlántica bajo un gobierno socialista fue una paradoja digna del final de nuestra revista. Ahora que la Transición ha dejado de ser considerada un paradigma de democratización, es un buen momento para recordar la sátira e incluso la neurastenia de El Papus.
CRÉDITOS
Adaptación de la exposición organizada por el Col·legi de Periodistes de Catalunya el año 2013
Producción: Colegio de Periodistas de Cataluña
Idea y realización: Tantatinta
Dirección y textos: Pepe Gálvez
Con la colaboración de de: Jordi Riera Pujal
Norman Fernández
Diseño gráfico: Néstor Macià - dissenyirauxa.com
Corrección: David Arnau
Esta exposición forma parte de la muestra Caricart 2013