Amb Potes Rosses

Iniciada la Transición, es decir, cuarenta años después de la aparición del último número de El Be Negre original, un grupo de periodistas catalanes intentaba recuperar aquella mítica cabecera a la vez que se recuperaba la democracia en España y el mismo año en que se abría la primera legislatura de las nuevas Cortes. Promovida por los hermanos Solé-Sugranyes y recogiendo influencias ideològicas del antifranquismo progresista, la redacción se constituyó en el segundo piso del restaurante El Pla de la Garsa, en la calle Assaonadors. La ley de prensa exigía que un periodista con carnet estuviera al frente de cualquier publicación que viera la luz, y el cargo recayó en Rosa Massagué, que ejerció de directora “de paja” ya que vivía en Londres.

La intención era recuperar el espíritu crítico y el tono mordaz del antiguo El Be Negre, y también su título, formato y presentación, pero tras su primer número (es decir, el 246, porque se prosiguió con la numeración de la revista desaparecida a causa del estallido de la Guerra Civil), en marzo de 1979, problemas con la propiedad de la cabecera obligó a cambiar el nombre de la revista, que pasó a llamarse Amb potes rosses (completando la frase hecha en catalán “i un be negre amb potes rosses”). Se mantuvieron el formato y la estructura, y también muchas de las antiguas secciones de la histórica revista.

En la redacción coincidieron Ramon Barnils, Empar Pineda, Pep Albanell y Jaume Fuster, y se recuperó a una figura del antiguo semanario, el viejo periodista y dibujante Tísner. El principal dibujante fue Miquel Ferreres, utilizando el seudónimo Fritz, y también dibujaron en ella Joma (firmando Farigola, Pirulín y Cresques), Puyal (que firmava Pallars), Batllori (firmando Batlluar) y encontramos en el pie de otros dibujos firmas como Pam, Enric o Corb. Forges también publicó un dibujo sobre un encuentro de humoristas gráficos que se realizó en Granada.

Parece que su tirada estaba entre los 10.000 y los 15.000 ejemplares, que se imprimían en Gràfiques Tordera, pero la inexperiencia en el sector de la prensa jugó una mala pasada a los promotores pues la revista se cerró en su número 11, sin que la distribuidora hubiese abonado aún los beneficios de la venta del primer número. Fue, sin embargo, una buena iniciativa que de haberse consolidado habría cambiado el panorama de la prensa satírica catalana tras el franquismo.

Principales colaboradores: Batllori, Ferreres, Forges, Joma, Puyal, Tísner.