El 20 de septiembre de 2017 se cumple el 40 aniversario del atentado terrorista a la revista satírica El Papus. La bomba, dejada en la redacción dentro de un maletín, provocó la muerte del conserje, Juan Peñalver Sandoval, dieciséis heridos y la destrucción completa de la oficina donde se hacía la revista. El objetivo fallido de la organización fascista Triple A (Alianza Apostólica Anticomunista), que reivindicó la autoría, era asesinar a su director, Xavier de Echarri. El acto criminal estaba pensado como un ajuste de cuentas y para dar un escarmiento ejemplar a la prensa más crítica. El poco interés policial y judicial en solventar el caso se mostró finalmente en 1983 con la absolución de los acusados por falta de pruebas y unas condenas simbólicas por posesión de armas y explosivos.
En esta exposición se recogen algunas de las viñetas sobre el tema genérico de “fachas” que en los meses precedentes al fatídico 20 de septiembre de 1977 se publicaron en El Papus. Se trata de los dibujos humorísticos que cabrearon a los movimientos involucionistas de la Transición. Son dibujos que denotan un humor duro, incisivo y sarcástico a la vez que brillante que comentan la actualidad política y las noticias relacionadas con los aparatos represivos gubernamentales o los actos y declaraciones de la extrema derecha.
Los colaboradores de la revista tenían como blancos preferidos de sus burlas los pilares del franquismo como la Iglesia, las visiones carcas sobre los derechos de la mujer, la mojigatería e hipocresía sobre temas como el sexo, y también las decisiones políticas vacilantes de los primeros gobiernos de Adolfo Suárez. La lucha de El Papus era contra todos los estamentos del sistema y el poder que impedían avanzar en el sistema de libertades. La revista estaba hecha por jóvenes sin miedo, que se divertían con lo que hacían y que querían, a través de la burla y el sarcasmo, conseguir el fin de muchos tabús, prohibiciones y tonterías varias instaurados por el franquismo.
La exposición es un homenaje a todos los colaboradores de El Papus y quiere mostrar un relato ácido, combativo y coherente dentro de su parcialidad de los sucesos de esos años. No son aportaciones intelectualizadas, sino obras de calidad con un lenguaje popular, inteligible, que querían llegar a un espectro amplio de lectores. No podemos olvidar que El Papus fue una de las revistas más leídas en la Transición, con tiradas que llegaron a los 300.000 ejemplares.
La fotonovela, un género todavía muy popular en aquellos años, servía para narrar una historia con fotografías. Muchas de las “Papunovelas” estaban protagonizados por los mismos redactores y se realizaban en una habitación de la redacción. La parodia salvaje y divertida era la norma a cumplir. La “Papunovela” se encontraba en las páginas centrales de la revista, y se imprimía a color. Una de las fotografías solía utilizarse para la portada.
Publicación El Papus 1976
Publicación El Papus 1976
Publicación El Papus 1976
Alberto Royuela Fernández, secretario nacional de la Alianza Nacional de la Guardia de Franco, se personó en la redacción de la revista para protestar y proferir amenazas por la publicación de la portada y la fotonovela en que se ridiculizaba a los que organizaron el acto de 20 de noviembre.
Publicación El Papus 1976
Publicación El Papus
En la mañana del 20 de septiembre, se entregó un maletín destinada al director en la redacción. La bomba explosionó en manos del conserje, Juan Peñalver, cuando trasladaba el maletín. El portero, que murió en el acto, era muy popular en la redacción, incluso había participado en alguna "Papunovela". El atentado fue reivindicado por la Triple A en una llamada a Mundo Diario.
El 22 de septiembre en Barcelona y a la mañana siguiente en Madrid no se publicaron los periódicos de las dos ciudades como protesta por el atentado. El día 22, en un acto organizado por los trabajadores de prensa, hubo una manifestación que salió de la calle Tallers de Barcelona hasta llegar a la sede del gobierno civil.
En el libro Los profesionales de la historieta, el humor y la ilustración en solidaridad con El Papus, en que colaboraron desinteresadamente muchísimos periodistas y dibujantes, destaca ese dibujo. Los dibujantes seguirían luchando por la libertad de expresión con sus armas. Los disparos de tinta y de humor continuarían en El Papus y en el resto de publicaciones de prensa. La revista, sin embargo, acusaría las consecuencias del atentado con su increíble no-resolución judicial y acabaría cerrando unos años después.